Los matrimonios jóvenes Una de las características de los jóvenes es que son muy violentos, hacemos las cosas sin pensar en las consecuencias, cuando llegamos al matrimonio y nos enfrentamos a una realidad distinta de lo que habíamos imaginado, producto del “amor”; ahora tenemos que trabajar, pagar cuentas, dejar a un lado los proyectos personales, no más diversión con los amigos, etc.
Siendo también jóvenes se nos arruga el corazón cuando observamos como las parejas jóvenes son tan débiles, cualquier tormenta los puede derribar, algunos de ellos incluso fracasando antes del primer año de convivencia, y solo puedo pensar en ¿qué podemos hacer?, ¿dónde está la falla?, ¿de quién es la culpa?, ¿podemos prevenirlo?
¿Por qué fracasan los matrimonios jóvenes? A lo largo de un año de investigación puede aislar las que considero las causas más importantes que llevan al fracaso a los matrimonios jóvenes. Pasemos a verlas:
Hijos sobreprotegidos
En las familias urbanas, los peligros que entraña la ciudad y la escasez de hijos vuelven a los padres sobre protectores. Se les evita sufrimientos y se les llena de cosas, al punto que no saben valorar lo que no les ha costado. Los padres hacen incluso las cosas que les corresponde hacer a sus hijos, volviéndolos inútiles. Son hijos a los que se les ha evitado el sufrimiento al punto de volverlos ineptos para un mundo altamente competitivo.
Intolerantes a los conflictos
La sobreprotección ha terminado por volverlos intolerantes para afrontar los conflictos que la vida de pareja les depara. Acostumbrados a tener siempre lo que quieren, exigen de su pareja se comporte como lo han hecho sus padres, cediendo en todo y satisfaciendo todos sus caprichos y necesidades. Cuando adviene el conflicto, no son capaces de ceder ni de afrontar la situación, entonces la mejor salida al conflicto se vuelve el evitarlo y darle la espalda. ¿Ha donde escapar?, pues al único lugar donde nos comprenden: "debajo de las polleras de la mamita". Cortarles la vía de Escape
El 70 % de los matrimonios que fracasan por una "tercera persona", esta tercera persona no era necesariamente un amante sino que en la gran mayoría de los caso se trataba de un familiar cercano, en especial la madre de uno de los cónyuges, o sea la suegra.
Muchos de los hijos que "partían" para formar un nuevo hogar, aún mantenía en sus casas de origen, el dormitorio de soltero que la madre le tenía siempre listo para cuando quisiera "llegar a descansar". ¿Descansar de qué o de quién? - me pregunto - y la única respuesta que encuentro es que del "pobre cónyuge" con quien su hijo se casó. Si la vía de escape está cerrada, les tocará enfrentar con sus cónyuges los problemas.
El casado casa quiere
Ya el Génesis 2.24, "Dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne".
Si los matrimonios jóvenes le hicieran caso a este texto bíblico, no habría tantos fracasos. Este pasaje tiene más de tres mil años de antigüedad y resume la esencia del matrimonio. De ahí que la primera recomendación que siempre les hago a los futuros esposos es el de salir de la casa paterna e ir a formar su propio hogar bajo su propio techo, aunque sea arrendado, ya que cómo dice el viejo dicho: "El casado, casa quiere".
Aconsejo a los futuros esposos que deben buscar primero dónde van a vivir, porque lo ideal es que empiecen los dos juntos y solos, para que puedan construir su nido de amor y formar una relación fuerte de interdependencia, excluyendo a terceros.
Se unirá a su mujer
Mi segunda recomendación, también inspirada en Gn 2,24 es: "Se unirá a su mujer." .El hombre debe aceptar a su cónyuge con sus cualidades y defectos. Si le descubre aspectos negativos, acéptelo como es y no trate de cambiarlo, ni menos se le ocurra pensar que su pareja cambiará con el matrimonio, pues el matrimonio nunca mejora las cosas, sino más bien, tiende a complicarlas.
Cómo acabar con las discusiones
Me entristece escuchar en novios ya comprometidos en matrimonio, frases como: "Me voy a casar, pero si me va mal me separo". Si de entrada, antes de haber iniciado la experiencia van ya con esa premisa negativa, entonces aquel matrimonio jamás va a tener éxito.
A los padres de hoy les recomiendo educar a sus hijos en el compartir, a no satisfacer todas sus necesidades, ya que así podemos estar creando hijos excesivamente individualistas e incapaces para el amor.
El respeto mutuo es el eje central que siempre debe cuidarse en un matrimonio, pues si hay respeto y consideración por el otro, ese matrimonio tendrá la garantía y certeza de llegar a envejecer juntos.
Fuente: P. Carlos E. García Llerena CJM
Por otra parte, las parejas jóvenes deben dejarse ayudar por personas idóneas y con mayor experiencia, un consejero o un pastor. Actualmente la sociedad nos vende, el divorcio como si fuera un rico mangar. Pero veamos lo que dice la palabra de Dios. “Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregación. Bebe el agua de tu misma cisterna, Y los raudales de tu propio pozo. ¿Se derramarán tus fuentes por las calles, Y tus corrientes de aguas por las plazas? Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo. Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud, Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre. ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena, Y abrazarás el seno de la extraña? Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas”. Proverbios 5:14-21
Debemos alegrarnos con nuestra pareja, que seamos jovenes no significa que tendremos que olvidarnos de las cosas que nos gustan, Que DIOS nos de la Sabiduria para llegar a VIEJITOS con nuestro conyuge.