jueves, 14 de abril de 2011

Terceras Personas "SOBRAN"


Aunque el titulo suene despectivo es una realidad que como parejas debemos asumir, y los que estemos del lado de afuera entendamos que no debemos entrometernos en la relación de otras pareja.
 El matrimonio es un pacto único, no se parece a ningún otro convenio o contrato. Es en el matrimonio donde la matemática divina hace que 1+1=1 o lo que es lo mismo 2=1
"Y serán una sola carne". Se llega a tener más confianza en la esposa, que la que tuvimos con nuestra madre. De igual manera, la esposa encuentra en el marido un apoyo y una confianza tal, que es difícil haberla tenido con persona alguna dentro o fuera de la familia paterna.
En este pacto lleno de intimidad, de responsabilidad y de valioso aprendizaje, la importunación de otra y otras personas puede ser una piedra de tropiezo.
En el caso muy frecuente de las suegras, los chistes tienen bien ganada fama, porque, salvo honrosas excepciones y sobre todo respecto a la madre de él, no es muy fácil la total armonía.
Una madre casi nunca encuentra a una mujer ideal para su hijo. Si una madre es un poco dominante y logra meterse en el hogar de su nuera, puede causar un gran daño. Ella sigue viendo a su "niño" como si estuviera en casa. Quisiera que tuviera las mismas comidas, el mismo cuidado, que no pase ningún tipo de trabajo, etc. Encima reclama que la visiten a ella con más frecuencia que a otros familiares, sólo para continuar viendo y alimentando a su "bebé".
Está enamorada de su "niño" y, en sus actitudes, deja ver que su nuera es un estorbo.
Pocas esposas soportan tal presión y si el esposo-hijo no es muy sensato, nada menos que una madre, una buena mujer, se convierte en tropiezo para el matrimonio de quien quiere tanto. Ella no puede concebir que su mujer no tenga que darle las mismas cosas que ella; que su hijo no se ha casado con una madre, sino con una mujer que él escogió por amor, para ser su compañera, y que con esta nueva relación su vida ha cambiado y sus gustos y deberes también.  En tal caso Si el esposo o la esposa no se han emancipado totalmente de los padres, lo mejor es no vivir cerca de ellos. La autonomía es algo difícil de conceder para algunas madres (y padres), y el estar muy cerca será causa de problemas.

Una singular poetisa norteamericana, en unos versos muy originales, menciona la madre que su hija encuentra a un hombre tan bueno que la ayuda en todo, la tiene como a una reina. O sea, su hija es muy dichosa. Pero se lamenta de lo desdichado que es su hijo, que se ha casado con una mujer que es una muñeca, que él se lo tiene que hacer casi todo.
En otras palabras: que el hijo de otra madre atienda bien a su hija lo considera una suerte, pero que su hijito lo tenga que hacer con su mujer, es una desgracia.
También debo decir que una madre sabia y cristiana, puede ser de gran ayuda para el matrimonio de su hijo o su hija. Ella tiene experiencia y si sabe guardar la distancia y respetar las prioridades puede ser de bendición, como Noemí lo fue para Rut la moabita. Cuesta mucho, cuando se tienen más de cuarenta años, comprender que las costumbres cambian de una a otra generación; que la crianza de los hijos no suele ser igual; y esto requiere una gran lucidez en una madre-suegra-abuela, y una gran paciencia para poder colaborar sin llegar a ser la dueña y señora de la situación.
Otras veces las amigas de ella o los amigos de él pueden ser hasta inconscientemente enemigos del matrimonio.
Existe la amiga o vecina que cuenta lo bueno que es su marido, de la manera que la trata, lo mucho que la considera, de lo cariños que es, y aunque esto muchas veces no es verdad (ya quisiéramos muchos esposos ser tan buenos e inteligentes como dicen las esposas), sin embargo siembra la envidia y el deseo de imitar en su matrimonio a su amiga o vecina.
Ningún ser es igual a otro. Ningún matrimonio es igual a otro. La relación humana es tan compleja por eso. Pues si la esposa comienza a reclamar que la trate como el esposo de su amiga o vecina, esto crea un sentimiento de frustración y la natural defensa del cónyuge, que se siente ofendido por la comparación.
Por regla general los amigos de él, lo que suelen es soltar fanfarronadas acerca de su autoridad y su dominio absoluto de su mujer. Se pueden oír frases como: "Si mi mujer me habla de esta forma, la echo de casa o le doy una paliza".
En resumen, el matrimonio es un pacto sagrado y nadie tiene derecho a entremeterse en él si ninguno de los dos no quieren. Es preciso guardar discreción con nuestra compañera/compañero, y no tratar de copiar fórmulas ajenas, y mucho menos recibir consejos de quienes no están capacitados para darlos.
El cristiano tiene la ventaja de consultar la Palabra de Dios, de inquirir del Señor sabiduría y paciencia para llevar en paz y con amor su hogar y, además, consultar al pastor que vela por sus almas en caso de necesidad o a un consejero cristiano para matrimonios, que los hay.
Una tercera persona inmiscuida en la educación de los hijos, se da en el caso de familiares que sobornan a los niños para atraerlos hacia ellos con regalos, o bien consintiéndoles cosas que los padres no les permitirían por el propio bien de los inocentes.
En estos casos es preciso usar de sabiduría, e ir al grano con la persona implicada, hacerle saber que se agradece la buena voluntad de querer ganar la simpatía y el cariño de los niños, y diciéndole que hay ciertas cosas que, como padres, les gustaría llevar ellos. No olvidemos que es mejor ponerse rojo una vez, que cien veces rosado. Los hijos tampoco se pueden convertir en esa tercera persona que dañe la relación, juntos debemos educarlos y no ponerlos de un lado o del otro.
No permitas que nadie interfiera en las decisiones que tomas como pareja, solo Dios debe estar entre los dos.

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