SOLUCIONES
CRISTIANAS A LOS CONFLICTOS
Una nueva experiencia, una nueva etapa en la vida se inicia cuando
decidimos unirnos a un ser querido para ser una sola carne en cuerpo, alma y espíritu
compartir de nuestros sueños, añoranzas y anhelos de felicidad con ese otro ser
que amamos.
Sin embargo, hay que tener presente que somos dos personas distintas que
deberán acoplarse y adaptarse mutuamente.
Ahora bien, las
obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza,
sensualidad, 20idolatría, hechicería,
enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, 21envidias, borracheras, orgías
y cosas semejantes, contra las cuales les advierto, como ya se lo he dicho
antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Gálatas 5:19-21
Sabemos que esto no es nada fácil y lo que aportan cada uno en la relación
será indispensable para el manejo de las diferencias. Hay que tener presente,
como ocurre en la mayoría de los matrimonios, no estamos exentos de conflictos,
pero que frente a esta realidad, debemos resolver los problemas de una manera
adecuada.
Llegar a ser personas que reconozcamos las diferencias de la mejor
manera, cuidando la integridad del otro y aceptando la existencia de factores
que no se pueden cambiar.
Actuar con tolerancia, debe ser una
de las primeras leyes a cumplir a la hora de resolver los problemas. Se debe
tener claridad de lo que marca la diferencia en una relación, no es lo que se
espera de la pareja, si no lo que uno mismo puede aportar. Sin duda alguna,
este será el modo de lograr el crecimiento de ambos y se reflejará en una mejor
calidad de vida.
Al hablar de cómo solucionar
conflictos, es importante mencionar que la comunicación es la base fundamental.
No sólo vista como una adecuada disposición de hablar-escuchar, sino como el
ejercicio permanente de compartir inquietudes, vivencias, objetivos, proyectos
y en general el día a día.
Un matrimonio que anhela seguir
amándose para toda la vida, que a pesar de los malos tiempos decide estar juntos,
deben partir por tener un corazón respetuoso desde donde broten palabras de
bendición.
¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno,
siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. Mateo 12:34
Para esto les brindamos una lista de sugerencias de soluciones cristianas
a los conflictos:
1.
Identificar y focalizar las necesidades de mi cónyuge
No hagan nada por egoísmo (rivalidad)
o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al
otro como más importante que a sí mismo, 4no buscando cada uno sus
propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Filipenses 2:3-4
Se requiere de un gran ejercicio: El diálogo, expresar lo que se siente
de forma permanente va a permitir entrar en un proceso de madurez en el cual la
pareja pueda detectar cual es el problema. Lo contrario a este ejercicio es la
acumulación de situaciones difíciles que no permiten saber con claridad que es
lo que está sintiendo mi cónyuge. En ocasiones, es posible encontrarse luchando
contra aspectos que se creen es el problema, pero que no son más que los
síntomas.
2.
Buscar el lugar adecuado y el momento oportuno
23Pero rechaza los razonamientos
necios e ignorantes, sabiendo que producen altercados (peleas). 24El siervo del Señor no debe
ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. 25Debe reprender tiernamente a
los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al
pleno conocimiento de la verdad, 26y volviendo en sí, escapen del
lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad. 2 Timoteo 2:23-26
…tiempo de callar, y tiempo de hablar; Eclesiastés 3:7
Dejemos que el primer estallido del enojo pase. Es probable que si se
habla en ese momento, se digan cosas de las cuales luego haya que arrepentirse.
El momento oportuno es aquel cuando lo peor del conflicto pasó. Será necesario
encontrarse a solas, de preferencia fuera de casa y en un lugar agradable para
ambos.
Nota: Muy alejado de los hijos al momento de resolver el conflicto.
3.
Aprender a estar en desacuerdo sin pelear
Les exhortamos, hermanos, a que
amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los
débiles y sean pacientes con todos. 15Miren que ninguno devuelva a
otro mal por mal, sino que procuren siempre lo bueno los unos para con los
otros, y para con todos. 1 Tesalonicenses 5:14-15
Un conflicto no significa
necesariamente una pelea o estar en desacuerdo con la pareja. Muchas veces esto
indica que existen dos seres pensantes y deseosos de compartir sus ideas. Aquí
el elemento principal será siempre el respeto. Si no se practicó antes, debemos
comenzar de manera respetuosa y amable a exponer las opiniones sin necesidad de
humillar, ridiculizar o criticar.
4.
No buscar culpables, sino soluciones
Tengan cuidado! Si tu hermano peca,
repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. 4"Y si peca contra ti
siete veces al día, y vuelve a ti siete veces, diciendo: 'Me arrepiento,'
perdónalo." Lucas 17:3-4
Se debe atacar el problema, no el
uno al otro. Por lo general un ataque mutuo puede afectar más la relación y ser
preámbulo para un conflicto mayor. Tampoco busquemos la manera de herir a
nuestro cónyuge. El problema es real y debemos buscar una solución sin herir
los sentimientos del otro, más aún cuando ya no tenemos argumentos para
defender nuestra posición. Las soluciones han de ser concretas para ambos.
Procuremos ofertar en vez de demandar.
5.
No pretender tener la razón
No seas sabio en tu propia opinión: Teme a Jehová, y
apártate del mal. Proverbios 7:12
Siempre hemos de incluirnos como parte del conflicto, ya que en una
pareja ambos comparten permanentemente las responsabilidades. Esto permitirá
que si nosotros ya tenemos la solución, la expongamos en el momento oportuno
como una de las posibles salidas, recordando que no ha de ser la única.
6.
La solución más saludable
Orando en todo tiempo, con toda oración y súplica en el
Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos; Efesios 6:18
Otra vez os digo: Que si dos de vosotros se pusieren de
acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por
mi Padre que está en el cielo. Mateo
18:19
Es un proceso donde se atraviesan varias etapas hasta lograr una madurez,
siempre hay que buscar las opciones más saludables que beneficien todo el
entorno familiar. Se debe entrenar todos los días para aprender a solucionar
las diferencias y conflictos que se nos presenten día a día, siempre buscando
primeramente el reino de Dios y su justicia.
Conclusión
El problema
no está en que se tengan conflictos sino en la forma como reaccionamos ante
ellos.
Airaos, pero no
pequéis: No se ponga el sol sobre vuestro enojo. Efesios 4:26.
Es a través
del conflicto que llegamos a conocernos como realmente somos; por eso un problema
bien manejado llegará a ser saludable para cualquier matrimonio. Aun cuando el aprieto
es ineludible, sus consecuencias no tienen que ser destructivas. Tenemos que
aprender a manejar las adversidades, enfrentándolas de una manera creativa y
constructiva, siempre con Cristo.